Según cuentan las personas que viven en Teotitlán del Valle, Crecencio llegó a vivir a Teotitlán como un mozo* que ayudaba a criar ganado y animales domesticados en esta comunidad. Pasaron los años y el arduo trabajo de esa época obligaba a las personas a recolectar cáscaras de los árboles para curtir la piel. En aquellos tiempos este tipo de trabajo era muy valorado. Crecencio iba a recolectar estas cáscaras junto con el dueño de la casa que le dio trabajo y hospedaje.
Pasaron los años y un día Crecencio decidió ir solo a las montañas a buscar las cáscaras. Entonces algo extraño sucedió, porque antes de partir preparó un machete y un tipo de lanza de palo, como si se estuviera preparando para pelear contra alguien. Nadie entendía. ¿Por qué hizo esto?
Entonces Crecencio partió a las montañas, y ahí se enfrentó en una increíble batalla con un jaguar que quería atacar y comerlo. Este salvaje animal peleó con Crecencio, pero él con su habilidad logró matarlo, cortándole con el machete sus patas, su cabeza, y clavando la lanza que llevaba en el corazón de este feroz jaguar. Es así como logró derrotarlo y fue algo increíble.
En ese momento una misteriosa fuerza descendió sobre Crecencio dándole un poder sobrenatural, autoridad y la fuerza del viento, hasta convertirse en un águila. Al suceder tan extraño acontecimiento, llegaran más jaguares a este lugar, pero con gran respeto miraron a Crecencio, puesto que había matado al rey de estos animales. Crecencio tomó la cabeza de este jaguar y se la colocó en la cabeza como muestra de que el era el nuevo rey de estos animales.
Pasado todo esto, él regresó a Teotitlán, en el lugar donde trabajaba pero ya no era el mismo mozo que ellos habían conocido. Crecencio llegó con una autoridad de mando y no veían al Crecencio común que conocía el dueño del lugar donde vivía. Crecencio contó lo que había pasado en las montañas y todos se sorprendieron de esa gran lucha contra un animal feroz.
Poco después, Crecencio abandonó el lugar donde vivía, para estar en las montañas. En esa época el Gobierno de la Ciudad de México mandaba dinero al Gobierno de Oaxaca, el cual era transportado en mulas acompañadas por soldados para proteger la carga que llevaban con destino a la Ciudad de Oaxaca.
Al ver la pobreza de la gente que vivía en Teotitlán, Crecencio decidió ayudar a las personas robando a los soldados el dinero del Gobierno.
Con su nuevo poder de convertirse en águila, Crecencio vigilaba cuándo y a qué hora pasaban los soldados por algún lugar ya seleccionado, que condujera a la Ciudad de Oaxaca, para así poder hacer el robo donde se corriera el menor riesgo. Un día Crecencio y sus amigos al ver pasar estas mulas cerca de donde estaban decidieron atacar. Crecencio provocó un fuerte torbellino. El viento levantaba el polvo hasta no dejar ver nada. Entonces en ese momento sus amigos entraban en acción al tomar las mulas y esconderlas para robar el dinero que llevaban.
Después de pasar el torbellino, los soldados llenos de polvo y los ojos rojos, no sabían qué había pasado. ¿Por qué sus mulas no estaban? No había nada ni nadie alrededor. Ellos se quedaron sorprendidos de lo que había pasado. Se preguntaban dónde estaba el dinero que ellos tenían que entregar al Gobierno de Oaxaca, y lo más sorprendente para ellos es que no tenían a nadie a quien culpar de lo que pasó porque todo fue muy rápido y muy confuso.
Gracias a los poderes sobrenaturales de Crecencio, él logró robar a estos soldados de una manera mágica y siempre por sorpresa, sin dar ni una pista de quién o quiénes fueron. Así en repetidas ocasiones continuó con sus robos y el dinero que obtenía lo regalaba a las personas necesitadas de esta comunidad, y por supuesto con los cómplices que lo seguían para formar este grupo de ladrones de dinero.
Algo curioso es que cuando alguien ya no quería acompañar a Crecencio en este sucio trabajo tenía que morir y ser enterrado en las montañas, con un barril lleno de dinero de plata obtenido de sus múltiples robos. Sobre este barril ponían el cuerpo del compañero que habían matado, como muestra de agradecimiento a su cooperación en el trabajo. También servía para que el alma del difunto cuidara del botín. Nadie tenía derecho de ir a sacar el barril lleno de dinero, ya que además de esta encomienda, se protegía cada barril ocultando yerbas extrañas adentro de cada uno, para que aquel que quisiera sacarlo muriera a consecuencia de haberlas olido o tocado.
Todo aquel que pertenecía al grupo de ladrones de Crecencio se tenía que cumplir esta estricta ley de abandono y morir al querer retirarse y llevarse la encomienda de proteger desde el más allá parte del dinero que ayudó a robar.
Este grupo de ladrones dirigidos por Crecencio y sus poderes sobrenaturales estuvo trabajando por muchos años, hasta que uno de ellos traicionó y asesinó a Crecencio con la ayuda de soldados de Oaxaca y de la Ciudad de México, para que ya no robara más el dinero del Gobierno.
Ese fue el final de este asombroso hombre llamado Crecencio que tuvo el don de tener poderes sobrenaturales. Hoy en día en muchos lugares de Teotitlán del Valle se han encontrado barriles llenos de dinero de plata y todavía hay muchos que están escondidos en algun lugar de esta comunidad.
*Mozo: persona que desempeña trabajos modestos que no requieren conocimientos especiales